Las medidas adoptadas para frenar la pandemia de coronavirus están reduciendo la incidencia de la gripe y de la mayoría de las enfermedades respiratorias, lo que podría tener consecuencias de gran envergadura.
Los expertos se preguntan si se debería actuar en el futuro con estas medidas de prevención de las enfermedades para (no piden) erradicar pero por los menos disminuir el impacto social de estas afecciones que cada año deciman los países occidentales….para no hablar de los países en vía de desarrollo.
A medida que empezamos a estar de nuevo en contacto con otras personas es importante que la gente mantenga una buena higiene y conducta social.
Esta es la mejor protección que tenemos contra la gripe y las otras enfermedades, las vacunas sólo funcionan si la gente actúa diligentemente.
Como decir, un pequeño resultado que hemos aprendido y que se podría implementar en nuestro estilo de vida, un punto “positivo y preventivo” que esta pandemia nos deja, la que tanto nos hace deliberar y hablar cada día.
A mediados de diciembre, el hemisferio norte suele encontrarse en el inicio de la temporada anual de gripe y resfriados, pero en lo que va de año, a pesar de que la pandemia de COVID-19 se extiende por decenas de países, los niveles de muchas infecciones estacionales comunes siguen siendo extremadamente bajos.
Los datos disponibles para Europa desde principios de octubre, cuando el número de casos de gripe suele empezar a aumentar, reflejan las cifras bajas observadas ya en el hemisferio sur.
Según Flu News Europe , una plataforma de vigilancia compartida por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades y la Organización Mundial de la Salud que recoge muestras en 54 regiones europeas, sólo se diagnosticó la gripe a una persona de las 4.433 pruebas centinela realizadas entre el 28 de septiembre y el 22 de noviembre. Eso representa una tasa de positividad del 0,02%.
Esta tasa está muy por debajo del umbral del 10% que la OMS considera «epidémico» cuando se trata de la gripe.
En la misma época del año pasado, este porcentaje se situaba en el 15%.
Más recientemente, en la segunda semana de 2021 (11–17 de enero de 2021), de las 928 muestras analizadas para detectar la gripe, procedentes de pacientes que acudieron con síntomas de gripe a los centros centinela de atención primaria, solo 1 dio positivo para el virus de la gripe.
«En un año típico cualquiera, deberíamos ser testigos de cientos de casos de gripe a estas alturas en Europa y en el mundo», declaró Bruno Lina, virólogo jefe de Hospices Civils de Lyon, que gestiona 13 hospitales en la tercera ciudad más grande de Francia.
Los virus de la gripe estacional causan entre 4 y 50 millones de infecciones cada año y hasta 70.000 europeos mueren anualmente por causas relacionadas con la gripe, especialmente las personas mayores y los grupos de riesgo.
La pandemia derivada por el coronavirus SARS-CoV-2 ha infectado al menos a 90 millones de personas y ha causado la muerte de 2 millones en todo el mundo. Algunos investigadores afirman que la combinación de medidas destinadas a hacer frente a la pandemia -desde confinamientos temporales hasta el uso de mascarillas, pasando por el distanciamiento social, la intensificación de la higiene individual y la disminución de los viajes- han tenido probablemente una gran repercusión en otras enfermedades respiratorias comunes, aunque advierten de que los datos deben tratarse con precaución porque el pico de la temporada está a semanas o incluso a meses vista.
Pero si tomamos los datos del hemisferio sur, que ya ha salido del invierno, la temporada de gripe estacional apenas se ha manifestado. Entre abril y julio de 2020 se produjeron sorprendentemente muy pocos casos de gripe estacional, a pesar de que los casos de COVID-19 en todo el mundo siguieron aumentando. En Australia, Chile y Sudáfrica, se detectaron un total de solo 51 casos de gripe en más de 83.000 pruebas.
Parece que eso mismo esta ocurriendo también en el hemisferio norte.
La gripe suele viajar por todo el mundo de un invierno a otro, mientras que mantiene una menor presencia durante todo el año en los trópicos. Aunque los mecanismos que justifican este cambio no están del todo claros, la movilidad de las personas contribuye claramente a este fenómeno.
Por otro lado, el aumento de la vacunación contra la gripe también podría haber contribuido a la (casi) ausencia de la enfermedad. En Australia, por ejemplo, hasta el 20 de mayo de 2020 se habían administrado más de 7,3 millones de vacunas contra la gripe, frente a los 4,5 millones que se administraron en esa fecha en 2019 y los 3,5 millones de 2018. No está claro si esa tendencia se mantendrá en el norte.
«Estoy seguro de que la gripe volverá con fuerza en algún momento en el futuro», dice Robert Ware, epidemiólogo clínico de la Universidad Griffith de Queensland (Australia), «pero podría tardar unos años».
«Una de las cosas que frena mucho a esos virus es la inmunidad natural. Pero si la gripe es baja durante algunas temporadas, eso podría dejar un hueco para que los virus porcinos tengan más impacto.»
Los expertos afirman que «la gripe es menos transmisible que el coronavirus, así que tendría sentido», pero el descenso de los casos ha sido aún «mayor de lo esperado». La ausencia de gripe se ha atribuido a las medidas de respuesta a la pandemia, pero éstas no reflejan todos los aspectos.
En particular, los investigadores observaron algunos descensos bruscos del virus respiratorio sincitial (VRS), un virus común que suele infectar a los más pequeños y que a veces puede causar afecciones graves como la neumonía. No hay vacuna para el VRS, y el virus causa alrededor del 5% de las muertes de niños menores de cinco años en todo el mundo.
Durante el invierno de 2020 en Australia Occidental, el VRS en los niños disminuyó en un 98% (y la gripe en un 99,4%), a pesar de que las escuelas estaban abiertas.
Las bajas cifras de la gripe también suponen un reto para los fabricantes de vacunas a la hora de preparar la temporada 2021/22.
Cada año, a finales de febrero, la OMS recomienda las cepas que los fabricantes utilizarán para las vacunas durante la siguiente temporada de invierno en el hemisferio norte.
La temporada de gripe suele durar hasta mayo, por lo que aún existe la posibilidad de que los casos de gripe repunten en los próximos meses. Además, una cepa de la gripe -la gripe B- tiende a circular más tarde en la temporada.
De todos modos, la incidencia de otras infecciones comunes, como las infecciones gastrointestinales, las faringitis estreptocócicas y las infecciones del oído interno (a su vez relacionadas con las enfermedades respiratorias) también están muy por debajo de la media de los últimos cinco años, y puede reflejarse asimismo el aumento de la higiene de las manos, la disminución de la interacción social y del uso de la mascarilla.