Lo que dicen los datos y que opinan los expertos
Los científicos están debatiendo si retrasar, saltarse o reducir a la mitad las dosis. Pero los ajustes, no respaldados por la evidencia científica, podrían sacudir la confianza del público.
Las primeras vacunas COVID-19 han llegado, y la carrera está en marcha para ponerlas lo antes posible en tantos brazos como sea posible. Pero las tasas de vacunación han caído por debajo de lo que se necesitaría para cambiar la situación de esta pandemia, que sigue causando miles de muertos cada día.
Las vacunas actualmente autorizadas están pensadas para ser administradas en dos dosis. Para acelerar las cosas, algunos científicos han sugerido la hipótesis de retrasar la segunda dosis, dando a la gente sólo una dosis o reduciendo a la mitad el contenido de la dosis. Por ejemplo, las autoridades reguladoras del Reino Unido han dado prioridad a la administración de la primera dosis de las vacunas de Pfizer y AstraZeneca al mayor número posible de personas, incluso si eso significa esperar hasta 12 semanas para la segunda dosis. Otros países también están considerando cambios en sus regímenes de dosificación de vacunas.
Sin embargo, algunos expertos dicen que no hay suficientes datos científicos sobre la capacidad y la duración de la protección que proporcionan estos cambios en los patrones de vacunación. Sostienen que el mayor problema está en distribuir el abastecimiento de vacunas existente y que cambiar los programas, sin una evidencia científica adecuada, podría comprometer la credibilidad de la vacunación.
«Deberíamos reflexionar a fondo cada vez que aconsejamos a la población que se desvíe de lo que las evidencias realmente han demostrado en términos de eficacia, que sólo ha sido comprobada para esos patrones de administración», dice Angela Rasmussen, viróloga del Centro de Ciencias de la Salud y Seguridad Global de la Universidad de Georgetown (EEUU). «Antes de empezar a experimentar con los ciclos de vacunación, deberíamos asegurarnos de que podemos administrar a la población las vacunas que ya tenemos».
Esto es lo que los datos nos recomiendan sobre el reajuste de las dosis de las vacunas.
Las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna-ambas con material genético viral conocido como ARN mensajero (ARNm) fueron administradas a los participantes de los ensayos clínicos en dos dosis (una dosis «principal» seguida de un «refuerzo» tres o cuatro semanas después). Se determinó que después de ambas dosis, la vacuna de Pfizer era 95% efectiva en la prevención de COVID, y la de Moderna lo fue en 94.1%.
En los resultados de los ensayos, la vacuna de Pfizer proporcionó una inmunidad parcial a dos semanas después de la primera dosis, y su eficacia alcanzó el 82%. Pero no hay datos que indiquen si la protección perdura más de tres semanas, cuando se administró la segunda dosis. La respuesta de los anticuerpos a la vacuna incrementó sustancialmente después de la segunda dosis según los resultados de las pruebas inmunológicas.
«Si bien las decisiones sobre los distintos programas de dosificación son de competencia de las autoridades sanitarias, Pfizer considera que es fundamental realizar esfuerzos de vigilancia sobre cualquier programa alternativo que se aplique y para asegurar que cada persona que reciba la vacuna reciba la máxima protección posible, lo que implica una inmunización mediante dos dosis de la vacuna», comentaron los dirigente de la empresa. Angela Rasmussen viróloga de la Columbia University está de acuerdo. «El punto crucial es que no hay realmente ninguna utilidad para justificar el retraso de la segunda dosis, al menos de las vacunas Moderna y Pfizer», dice.
El ensayo clínico de Moderna incluyó un grupo de personas relativamente pequeño, no aleatorio, que recibió una sola dosis. Entre estos individuos, se comprobó que, al mes siguiente, una sola dosis era efectiva en un 80,2% para prevenir el COVID. No obstante, no hay datos que indiquen si la protección dura más tiempo que eso. Sin embargo, Moderna no se pronunció o hizo comentarios al respecto.
Según un portavoz de AstraZeneca, en un análisis preliminar comprobó que la eficacia de la vacuna era del 73% después de una sola dosis durante un intervalo de dosis de entre 22 días y 12 semanas. No obstante, la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios del Reino Unido sigue recomendando dos dosis, administradas con un intervalo de entre cuatro y 12 semanas.
¿Y omitir la segunda dosis o administrar media dosis?
También hay quienes han sugerido que se deje de administrar la segunda dosis por completo. Pero dada la falta de datos sobre cuánto tiempo dura la protección de una sola dosis, muchos expertos desconfían de esta idea.
La única manera de saber realmente si una dosis única funcionaría sería realizar un ensayo clínico. Sin embargo, para hacerlo probablemente se necesitaría mucho tiempo y recursos que no abundan.
En el fondo, los riesgos de alterar las estrategias de dosificación y administración de las vacunas, sin el respaldo por datos científicos, podrían prevalecer sobre los reales beneficios. Además, las incertidumbres sobre el cambio del plan de dosificación sin datos que las respalden podrían generar desconfianza y escepticismo sobre el real funcionamiento del proceso de vacunación y asimismo podrían provocar un aumento de las dudas sobre la efectividad de las vacunas, comentan los expertos.